Henry Romero Trujillo
Administrador Público 1987.
En el camino del progreso tanto de las personas como de las instituciones y las sociedades, el logro de la eficiencia es un requisito indispensable, esto es, definir objetivos claros, hacer las cosas necesarias, aplicando en forma óptima los recursos disponibles para generar los resultados esperados dentro de los plazos establecidos.
Si esto es cierto, porqué en la mayoría de las cosas que hacemos somos ineficientes?
Porqué muchas veces pareciera que actuamos contra nosotros mismos, al postergar las soluciones que mejorarían nuestro desempeño?
La respuesta parece ser que estamos enfermos. Somos víctimas de un mal silencioso e implacable que ataca a las personas, a los grupos de trabajo, a las instituciones y a la sociedad en general. Nos afecta en el hogar, el estudio, el trabajo, y prácticamente cualquier actividad que desarrollemos. No nos percatamos de el, pero tiene consecuencias nefastas: nos hace perder materias o tener un rendimiento mediocre en el estudio, reduce nuestra productividad laboral, nos hace entregar los trabajos mal y tarde, en conclusión, nos hace improductivos, malos estudiantes, trabajadores y empresarios de bajo perfil. Podemos ser muy competentes, estar muy bien preparados, pero este mal nos lleva a un desempeño deficiente o insatisfactorio.
Cuál es esta enfermedad ? Es un anglicismo con un nombre raro : procrastinación, derivado del latín pro (para) y cras (mañana), y en términos simples, es la tendencia a no hacer las cosas en el momento debido y postergarlas para última hora, cuando ya no tenemos tiempo suficiente y la posibilidad de error es alta, con el agravante de que ya no hay tiempo para corregir. Esta es una realidad. En cualquier área (estudio, trabajo, hogar, proyectos, etc.) siempre debemos hacer cosas en fechas o plazos determinados (nuestras obligaciones o responsabilidades), pero consciente o inconscientemente, las evitamos y aplazamos, y en su lugar, hacemos cosas que no son pertinentes ni prioritarias, y quizás ni siquiera útiles para la vida, pero que nos proporcionan placer o hacen parte de la siempre amada “ley del menor esfuerzo”.
La calidad y la oportunidad con la que entregamos los resultados que se espera de nosotros son dos de los indicadores más utilizados en la evaluación del trabajo. La procrastinación atenta directamente contra esta oportunidad y calidad, y por tanto, las organizaciones y las personas a su interior deben actuar para eliminarla y/o reducir su práctica.
La verificación empírica, muestra que en el trabajo, la procrastinación es más común de lo que se podría pensar, como lo demuestra el hecho que muy pocas veces la programación establecida se cumple y las instituciones postergan el cumplimiento de las funciones o la entrega de los resultados que les han sido asignados.
Para los equipos de trabajo (y toda organización, institución o empresa es un equipo de trabajo) la procrastinación es grave, por la conocida ley : “En un equipo de trabajo, el ritmo siempre lo impone el más lento, no el más rápido”. Esto, porque los equipos de trabajo son por definición interrelacionados e interdependientes: el trabajo de cada miembro es insumo para otro(s), y con un solo que se retrase, retrasa a todo el equipo. Los ejemplos son tan frecuentes que ni siquiera es necesario documentar esta ley.
No se debe confundir la procrastinación con el ocio, que consiste en no hacer las cosas, para descansar o no hacer nada; este es el patrón del vago o irresponsable. Si una tarea se evita para descansar o no hacer nada, eso no es procrastinación. El procrastinador se mantiene en actividad, pero haciendo otras tareas más asequibles o agradables, que no se encuentran dentro de las prioridades (El niño dibuja o juega en vez de hacer las tareas, el empleado navega por internet en vez de elaborar el informe que le solicitaron). Por ello, los procrastinadores no pueden catalogarse como ociosos, y al contrario, suelen ser personas bastante activas. Su mal consiste en sustituir sistemáticamente (y crónicamente) lo que deben realizar por ser prioritario por otras tareas que, tomadas de forma aislada, pueden ser incluso brillantes, pero que no aportan un beneficio real a la persona y al cumplimiento de sus responsabilidades. Entonces, nos mantenemos en constante actividad, pero el resultado neto es el incumplimiento y/o la mediocridad de los resultados, en razón a que no destinamos el tiempo suficiente o no hacemos a tiempo lo que deberíamos haber hecho según nuestras responsabilidades. Y esto sucede en el hogar, el estudio, el trabajo o el desempeño profesional.
Los patrones de procrastinación se expresan de diversas maneras, y van desde postergar cotidianamente rutinas como limpiar la casa, pagar cuentas, regar el jardín, pasando por aplazar acciones que se sabe necesarias para el desarrollo personal, como dejar de fumar, acabar con una relación sentimental destructiva, impedir el abuso por parte de otro, realizar actividades recreativas en el tiempo libre (ir al cine, hacer vida social, jugar con los hijos), incluyendo hasta el trabajo, en donde postergamos cumplir a tiempo con las responsabilidades que nos han asignado, a pesar de que sabemos que de ello depende nuestro éxito y proyección laboral. Estas situaciones hacen que internamente se acumulen sentimientos de ineficiencia personal por la sensación de vivir en forma desorganizada, por no cumplir los plazos, por no rendir lo que se espera de nosotros, agravado por el hecho que muchas veces afectamos a otras personas.
Este mal generalizado afecta a multitud de perfiles (el ejecutivo que aplaza una y otra vez una reunión porque la prevé conflictiva, el estudiante que posterga prepararse para sus exámenes, etc.) y constituye un serio problema que afecta tanto la salud psicológica de los individuos, como la salud social de una comunidad, su productividad, nivel de desarrollo y bienestar.
A nivel individual la procrastinación genera un cuadro psicológico complejo : la persona sabe que debe hacer algo, consciente o inconscientemente lo aplaza aún sabiendo que el tiempo se acaba y de ser una actividad de rutina pasa al estado “Urgente” con los afanes típicos de hacer algo contra el tiempo. Las consecuencias para la persona son el deterioro de su calidad de vida por la acumulación de tensión, somnolencia y hasta sufrimiento.
La procrastinación se complica cuando se justifica con excusas y más excusas, generando una sensación de autoengaño que termina ocasionando insatisfacción, ansiedad, frustración y pérdida de autoestima. Es decir, la procrastinación no sólo reduce la productividad y aumenta el estrés, también frustra por el hecho de ver que las cosas se siguen postergando.
La paradoja es que aplazar las actividades necesarias, cuando se convierte en una situación sostenida en el tiempo (recurrente), conducen al stress y la depresión, que a su vez son otra causa adicional de procrastinación, es decir, la procrastinación tiene a alimentarse a si misma, generando un cuadro de enfermedad crónica.
En cuanto a los resultados, la procrastinación deriva en pérdida de oportunidad y efectividad : el estudiante aplaza el estudiar para la noche anterior al examen (la tradicional trasnochada), hace mal o incompletas las tareas, no las presenta a tiempo, y como resultado obtiene calificaciones deficientes. El trabajador no cumple con sus obligaciones, tanto de resultado como de plazo, afectando su productividad y contribución a la empresa.
Algunos psicólogos tratan la procrastinación como un desorden de conducta exclusivamente a nivel de las personas, pero la evidencia indica que la enfermedad es más grave, porque afecta a toda la sociedad, en todas las actividades y en todos los niveles, configurando una verdadera epidemia.
Es decir, la procrastinación no es un problema de poca monta, porque en mayor o menor medida, afecta a prácticamente a todas las personas, los grupos y las organizaciones. Y es tan generalizado, que afecta desde el infante de preescolar o primaria que retarda hacer sus tareas y trabajos, pasando por el empleado de fábrica u oficina, hasta el gerente general de la compañía que no elabora los informes para la Junta Directiva, retrasa las reuniones y posterga las soluciones.
No se han hecho mediciones, pero si a la procrastinación se suma la otra epidemia de nuestra sociedad, el llegar tarde (a las citas, reuniones, etc), entre las dos tendrían gran parte del peso por nuestra situación de subdesarrollo, por la baja eficiencia social.
Si se acumulan los efectos de las procrastinaciones individuales dentro de una organización, el resultado neto es una gran pérdida de tiempo, recursos y resultados, que se traduce en ineficiencia, ineficacia e improductividad. Si acumulamos las procrastinaciones institucionales, el resultado llega a niveles incalculables de improductividad que afectan a toda la sociedad, y sin duda alguna, son causa de mantener situaciones de subdesarrollo. Entre las causas del atraso de los países, muchos estudiosos citan precisamente la disciplina social, que en nuestros países es muy baja.
CAUSAS. UN PANORAMA GENERAL
No existen estudios sistemáticos sobre la procrastinación, por lo que las causas son atribuidas a una amplia gama de circunstancias, esencialmente ligadas a la psiquis personal.
- a) La necesidad de gratificación o “placer” inherente a las personas. En muchas ocasiones, se tienden a aplazar las cosas que se perciben como molestas, complejas, desagradables o incómodas. Es decir, la persona busca hacer cosas agradables o de baja complejidad y exigencia, aplazando las actividades que generalmente implican obligación (relacionadas con el trabajo, estudio, etc.), desvirtuando el dicho que “lo importante no es hacer lo que nos gusta, sino sacarle gusto a lo que hacemos”. Las tareas que no son prioritarias y quizás ni siquiera útiles para la vida, pero que proporcionan placer, son un caramelo envenenado, ya que estas tareas «accesorias», aunque superfluas, suelen ser grandes consumidoras de tiempo y de recursos, con lo que al final, limitan el tiempo necesario para realizar adecuadamente las actividades prioritarias u “obligatorias”.
- b) La depresión, enfermedad de la mente que anula casi por completo las capacidades de la persona para pensar con claridad, relacionarse, y en definitiva, vivir la vida. Uno de sus síntomas clave es el estado letárgico que induce. La persona depresiva no quiere saber nada del mundo, siempre busca la cama para dormir, para huir de una realidad que le duele y quizás hallar la paz en la inconsciencia que supone el sueño. La actividad, el llevar a cabo proyectos, implica de algún modo engancharse a esa vida, a esa realidad, y por eso un depresivo aplaza de forma consciente e inconsciente las tareas que debe hacer y se dedica a sustituirlas por otras irrelevantes pero que le proporcionan un placer más instantáneo y superficial. En estos casos, como la procrastinación está tan ligada a la depresión, obviamente la cura de ésta debería implicar la de aquella.
- c) El exceso de autoconfianza, en las personas que se sienten muy seguras de sí mismas -tengan motivos para ello o no- y tienden a distorsionan de forma aguda y permanente su percepción del tiempo, y por lo tanto hacen una pésima gestión del mismo. Una persona que ha visto recompensada su inteligencia cognitiva de forma reiterada, puede subestimar la dedicación o el tiempo necesario para llevar a cabo las tareas asignadas sobre plazos de entrega estándar, promediados.
- d) La «mente voladora«. Las personas creativas cuya mayor capacidad está en la generación de ideas, suelen dejar en segundo plano operativizarlas para hacerlas realidad. Para este tipo de inteligencia, la generación de ideas es una tarea permanente que consume todo el tiempo y energías. Su destino es ser un manantial de ideas pero no les interesa pasar de la fase de proyecto. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que durante la implementación de una de estas ideas, surge otra que al ser más novedosa, toma el primer lugar en las preferencias y por lo tanto se abandona la ejecución de la anterior. Esto obviamente conduce a otra forma de procrastinación, muy común entre las personas especialmente creativas. Este tipo de personas requieren formar equipo con personas de perfil “pragmático”, capaces de actuar organizadamente y llevar a cabo las ideas.
- e) La indisciplina. Sin abandonar las causas ya citadas, personalmente creo que el origen principal de la procrastinación es la indisciplina, tanto personal como colectiva (principalmente en su sentido de falta de autocontrol), y esto se asocia con la cultura de las sociedades. Es conocido el cumplimiento y la disciplina inglesa, o la organización y estricto sentido del deber alemán o japonés, mientras, desafortunadamente, formaciones sociales como la nuestra tienen fuertes componentes de desorganización, indisciplina e incumplimiento (todo el mundo llega tarde). La disciplina nos hace hacer las cosas en las fechas o plazos establecidos, y en las condiciones solicitadas, independientemente de que nos gusten o generen placer. En muchas sociedades, incumplir las citas genera una sanción social que corrige al incumplido, mientras en la nuestra, es tan generalizado que todos incumplimos, y nadie está libre de culpa para tirar la primera piedra, por lo que la procrastinación y el incumplimiento se aceptan generalizadamente, y esta aceptación alimenta la conducta indefinidamente.
En el siguiente diagrama se ilustran algunos perfiles conductuales y su relación con la procrastinación.
Fuente : La Procrastinación (III): posibles soluciones. por Pan_ama societyof2000.org http://www.telegama.com/societyof2000 art=3633
EXISTE SOLUCION ? ALGUNAS SUGERENCIAS.
Pese a que es una verdadera epidemia social con un enorme costo económico y de malestar individual y colectivo, hasta ahora la procrastinación no se ha estudiado a profundidad, no se cuenta con una adecuada caracterización, y muchos menos, se han encontrado formas efectivas de combatirla a nivel individual, grupal y social.
Los mayores avances se encuentran a nivel de las personas, pues la psicología ha trabajado en conocer la enfermedad, determinar las causas, efectos, y proponer algunas medidas curativas.
El gran vacío se encuentra a nivel colectivo y social, en donde no se han realizado estudios serios y sistemáticos de caracterización y cuantificación de la magnitud y del impacto de esta epidemia en los grupos, y por lo tanto no existen programas que permitan atacarla a nivel organizacional, tanto de empresas como de instituciones sociales.
La procrastinación es un enemigo, y hay que combatirlo, porque sencillamente nos afecta sicológicamente y reduce nuestros logros, en todos los campos. El remedio no es sencillo porque implica actuar sobre la esfera conductual de las personas
Algunos Consejos para combatir la Procrastinación. Si bien no son la panacea, se recomienda seguir los siguientes pasos :
- Estar alerta. En primer lugar, reconociendo que la procrastinación existe, y que en mayor o menor intensidad nos afecta. Lo importante no es preocuparnos porque aplacemos una actividad que no nos gusta hacer, sino evitar que se convierta en una actitud, en una práctica cotidiana. También es importante reconocer que la procrastinación afecta a los demás. Cuando esté pendiente del trabajo de otro, sepa que éste puede no entregarle los resultados que espera, a tiempo.
- Prevención. Como en todo, prevenir la enfermedad es mejor que curarla. Sabiendo que nos puede afectar en cualquier actividad que desarrollemos, hay que estar atentos ante los primeros síntomas. Estos son algunas señales de alerta :
- Ya voy a empezar, pero primero un cafecito.
- Ya casi es mediodía. Primero almuerzo y por la tarde empiezo.
- Tengo que limpiar mi (área de trabajo, cajón, computadora, etc.) primero.
- Traigo mucho antojo. Tan solo voy a comerme algo primero.
- No tengo la pluma buena (o algún otro instrumento pequeño).
- Tal vez, si pongo algo de música.
- Estoy muy cansado(a). Primero recupero fuerzas con una siestecita.
- Necesito más información antes de empezar.
- Tan solo le preguntaré a (un compañero) acerca de (cualquier cosa) antes de empezar.
- Debo llamar a (quien sea) antes de ponerme muy ocupado con esto.
- Primero debo entrar a internet a ver si llegó un correo ……
La próxima vez que tenga problemas para empezar, pregúntese por qué está haciendo esto. No sea autocomplaciente. No se de esa “esperita”. Cuando reconozca los síntomas, actúe contra este enemigo de su efectividad y calidad de vida.
- Autodiagnostíquese. Cada uno crea sus propias “mañas”. Aprenda cuáles son los pretextos que usted utiliza para aplazar hacer o empezar las cosas. Así sea una señal leve, cuando aplazamos algo (primero voy por un tinto), inconscientemente estamos esperando que pase algo que nos sirva de pretexto para no hacer lo que tenemos que hacer. No lo piense dos veces. Fortalezca su autocontrol. No solo le ayuda con la procrastinación, sino que mejorará su vida en todos los niveles.
- Priorice según importancia y no la gratificación. Siempre estamos actuando simultáneamente en varios campos diferentes (trabajo, estudio, hogar, etc.) que imponen realizar actividades y cumplir obligaciones que pueden entrar en conflicto tanto en el uso de recursos como en el tiempo de ejecución. Por ello, una cuestión permanente de nuestra organización es priorizar las tareas pendientes en orden de importancia y plazo y no según su aceptación, gusto o facilidad personal hacia ellas. Esto es, se trata de que las actividades fáciles o gratificantes pero no prioritarias no desplacen a las más complicadas, que generalmente son las más importantes. Tómese un tiempo, escriba la lista de asuntos pendientes, establezca la secuencia lógica y óptima de realizarlas, defina prioridades entre asuntos en conflicto, y elabore una programación de actividad, inicio y terminación.
- Haga sencillas las actividades complejas. Un factor que genera procrastinación es cuando la persona tiene asignadas tareas complejas, con muchos componentes, que la abruman y llevan a evitarlas. En este caso, una técnica que puede ser útil es desglosar estas tareas en sus partes componentes, estableciendo la secuencia lógica de realización y haciendo previsiones de tiempo lo más realistas posibles. Iniciar y realizar las tareas sencillas va generando resultados parciales y esto psicológicamente produce confianza y facilita a la persona continuar la secuencia de actividades.
- Trabaje en pares. En muchos campos, se ha mostrado la utilidad de asignar tareas no en forma individual sino en pares, buscando perfiles que se complementen. Esto es especialmente útil en proyectos de innovación, en donde se mezcla una “mente voladora”, aquella persona muy activa que disfruta gestando ideas, con otra persona un perfil ejecutivo, organizada, capaz de trabajar con cronogramas y tiempos precisos que aterriza las ideas generadas.
Esta técnica se utiliza en programación (Pair Programming), consiste en situar a los desarrolladores/analistas/arquitectos en parejas. Se piensa que esto reduce el grado de productividad individual en la mitad, pero precisamente lo contrario (la duplica), y aporta otras muchas ventajas que pueden valorarse tanto desde el prisma profesional como incluso del personal:
- Se crean mejores diseños y se implementa código de mejor calidad (Calidad)
- Se previenen más errores y por lo tanto se ahorra tiempo que pasar con nuestro amigo el Debugger (Productividad)
- Se consigue estar concentrado el 99% del tiempo en una tarea concreta (Productividad)
- Se consigue un conocimiento más distribuido y compartido del proyecto por parte de la plantilla; así que es más fácil intercambiar personas entre tareas (Eficiencia/Productividad)
- Se produce un aprendizaje mutuo sobre nuevas formas de afrontar los problemas (patrones), estilos de programación y técnicas de uso de los entornos de desarrollo (Calidad/Productividad)
- Se eleva el espíritu de equipo (Motivación)
- Se usa más el área del cerebro empleada para comunicación, por lo que aumenta la creatividad. (Motivación/Calidad).
- Por último, programar en parejas es mucho más divertido (Motivación)
- Sistemas de Motivación y recompensa.
Un sistema de recompensa busca un balance entre esfuerzo y renunciación (a hacer otra cosa más gratificante) y recompensa por el resultado alcanzado, a tiempo. Si este balance no existe, se presenta el campo fértil para la procrastinación. Por eso las teorías de productividad hacen tanto énfasis en los estímulos monetarios y no monetarios.
La compensación económica por el trabajo que realizamos es importante, eso hace que nos sintamos valorados por nuestra empresa o nuestro jefe. Sin embargo, a veces nos olvidamos de la satisfacción inmensa que produce el trabajo bien hecho; hecho con ilusión, con esfuerzo, con dedicación y con responsabilidad. Desde luego, no hay nada menos gratificante en la vida que hacer las cosas, sea cual sea, por salir del paso.
La sicóloga Theresa Amabile de la Universidad de Brandeis, con base en los resultados de un estudio de 1984 sobre motivación y recompensa, observó: “Puede ser que el trabajo por comisión, en general, sea menos creativo que el trabajo que es hecho por puro interés…Cuanto más compleja la actividad, más es dañada por la recompensa extrínseca”. Paradójicamente, los estudios sugieren que los salarios desinflados no desmotivan, pero si lo hacen los premios y bonos.
Así, sería económicamente inteligente entregar bonos a gente que vende hamburguesas o cava fosos, pero es más inteligente desligar el salario de la calidad en una tienda de programación y dejar elegir a la gente sus propios proyectos. Verdaderamente, éstos resultados sugieren que la única vez que es una buena idea recompensar la calidad en la programación es cuando el programador está tan motivado que hubiera trabajado sin la recompensa.
En general, presentar cualquier tarea como un medio más que como un fin en sí misma parece desmotivar. Aun ganando una competición con otros o ganando estima de sus pares puede ser desmotivizante en ésta forma si es experimentada en el trabajo como una recompensa
Para complicar más el problema de la administración, controlar los dichos verbales parecen ser tan desmotivadores como el pago por el trabajo de uno. Hay una diferencia crítica entre decir, “Te estoy dando ésta recompensa porque reconozco el valor de tu trabajo” y “Estas recibiendo ésta recompensa porque te ajustas a los estándares.” El primero no desmotiva; el segundo sí.
Piense en el premio. Los que vencen la procrastinación logran resultados, a tiempo, y este es un factor decisivo de triunfo personal y laboral. El primer premio para alguien eficiente y productivo es la satisfacción de hacer algo, bien hecho, a tiempo. Esto no lo reemplaza nada. Luego, vienen las consecuencias de ser productivos. Los ascensos generalmente se hacen para los que entregan los resultados esperados dentro de los plazos fijados, porque una gran mayoría no lo hace.
En muchas ocasiones, es conveniente crar un premio por trabajo realizado. Si está en grupo el reconocimiento y la felicitación son poderosos alicientes por la necesidad de reconocimiento que tenemos todos. Si usted es jefe de equipo, no se le olvide reconocer colectivamente a sus subalternos cumplidos. Si no lo hace, la falta de reconocimiento los llevará a ser los próximos procrastinadores y usted será el afectado. Si trabaja solo, cuando termine algo establezca la costumbre de “premiarse” o “consentirse”, así sea con una chocolatina, y si puede, con un viaje a Europa. (Quien dijo que uno no se puede autopremiar?).
Cuidado con el trabajo en equipo. En un equipo, el ritmo lo impone el más lento, no el más rápido, porque los resultados no son el acumulado del trabajo individual sino que depende de la interrelación dinámica de los aportes individuales, por lo que el más lento, inexorablemente, retrasa a todos los demás y al grupo en general. Por eso, programe y establezca responsabilidades conjuntamente, y haga notar la importancia de cada uno para todos, y defina mecanismos de seguimiento. No espere al final para ver que alguien no cumplió y retrasa a todo el grupo.
- La clave : organización y disciplina. Todas las recomendaciones anteriores son útiles. Sin embargo, personalmente creo que el control real de la procrastinación se encuentra en dos destrezas interrelacionadas, bastante escasas en nuestra cultura : organización y disciplina, cuyo dominio no solo reduce la procrastinación sino que en general eleva los niveles de productividad y desempeño personal y grupal por encima de la media social.
La organización es una de las funciones administrativas clásicas (planeación, dirección, organización y control), pero para nuestros fines es una capacidad, una destreza, que consiste básicamente en disponer la realización de las actividades componentes de un trabajo según su secuencia lógica a lo largo del tiempo estableciendo su duración (programación) asegurando la disponibilidad de los recursos necesarios en la calidad y cantidad adecuadas, a fin de alcanzar unos objetivos y metas o de generar unos resultados preestablecidos, tangibles o intangibles.
La organización está ligada a la planeación, porque permite que los objetivos y metas establecidos se cumplan, y a la administración de recursos (humanos, físicos, financieros), al integrarlos en forma eficiente a la realización de las actividades programadas.
La planificación también forma parte de ser organizado. Planificar significa decidir qué vas a hacer y cuándo lo vas a hacer. La organización tiene que ver con disponer los medios necesarios, crear el entorno adecuado, ordenar las actividades según su secuencia lógica (óptima) de realización estableciendo los tiempos necesarios.
El fin de la organización es la optimalidad : la mejor distribución posible de las actividades en un período de tiempo determinado con una eficiente y económica aplicación de los recursos, a fin de generar unos resultados concretos.
Por tanto, tener capacidad y disposición para la organización es un requisito sine qua non para vencer la procrastinación, al postergar actividades que se consideran complejas
Para ello, instrumentos sencillos son los siguientes :
- Un plan de acción : que se quiere, como se expresa, que se debe hacer, quien, y qué se necesita.
- Un cronograma de actividades (ligar actividades a fechas específicas de ejecución)
- Una matriz de presupuestación, para asegurar la disponibilidad de los diferentes recursos necesarios para la ejecución de las actividades.
PLAN DE ACCION
| OBJETIVO GENERAL . | |||||||
| OBJETIVOS ESPECIFICOS | ACCIONES A EJECUTAR | INDICADORES DE RESULTADOS | METAS A ALCANZAR | RECURSOS NECESARIOS | RESPONSABLE | PLAZO | |
| Inicia | Termina | ||||||
CRONOGRAMA DE ACTIVIDADES
| OBJETIVO GENERAL . | ||||||||
| OBJETIVOS ESPECIFICOS | ACTIVIDADES A EJECUTAR | PERIODO DE EJECUCION | ||||||
| No. | Actividad | M1 | M2 | M3 | M4 | M5 | M6 | |
MATRIZ DE PRESUPUESTACION
| OBJETIVO GENERAL : | ||||||
| OBJETIVOS ESPECIFICOS | ACCIONES A EJECUTAR | PRESUPUESTO DE RECURSOS NECESARIOS | ||||
| FINANCIEROS | HUMANOS | FISICOS | LOGISTICOS | TOTAL ($) | ||
La disciplina, por su parte, tiene varios sentidos. En Primer lugar, comprende tanto el conjunto de normas o reglas que rigen una actividad, una organización o una sociedad, como la disposición de las personas para acatarlas. Otras definiciones son: a. Conjunto de reglas para mantener el orden y la subordinación entre los miembros de un cuerpo; b. Conjunto de normas y acciones para asegurar un comportamiento aceptable, o c. Acción Administrativa dirigida a garantizar el cumplimiento de las normas de la organización.
La disciplina orientada a asegurar un determinado comportamiento aceptable o el cumplimiento de unas reglas, proviene tanto de fuentes externas (coercitivas de las diferentes fuentes de autoridad) como internas.
En este artículo la disciplina se toma en el sentido de autocontrol, es decir, tenernos a nosotros mismos bajo nuestras reglas y estar en capacidad de cumplirlas, sin necesidad de de factores externos (autoridad). Implica la capacidad consciente de regular nuestros impulsos y conducta de manera voluntaria, a fin de alcanzar un mayor equilibrio personal y relacional, o de asegurar el cumplimiento de nuestras responsabilidades. El autocontrol se asocia generalmente a fuerza de voluntad, y esta a la capacidad de no ceder al influjo de hábitos profundamente arraigados o de tentaciones. Otras veces se asocia con la capacidad de concentración: focalizar la mente y la acción y no permitir que factores externos o internos nos alejen de nuestras obligaciones.
El autocontrol nos permite tomar las riendas sobre nuestras vidas y dejar de actuar a merced de factores externos o internos (nosotros mismos podemos estar actuando en nuestra contra), haciéndonos concientes de que somos los actores o hacedores de nuestra vida y que tenemos la importante posibilidad de hacer feliz o no nuestra vida, a pesar de los acontecimientos externos.
El autocontrol está relacionado con un conjunto de prácticas que pueden aprenderse y desarrollarse con la experiencia. Entonces, el autocontrol es como «un proceso a través del cual el individuo llega a ser el principal agente en la guía, regulación y dirección de las características de su propio comportamiento» Este comportamiento, a su vez le conducirá a unas determinadas consecuencias positivas que se desean. Así, cuando una persona posee autocontrol, tiene la capacidad de vencer los hábitos, costumbres, tentaciones y circunstancias que lo llevan a postergar sus obligaciones, permitiéndole superar tanto los factores externos como internos que causan la procrastinación.
Como capacidad de actuar ordenada y perseverantemente para conseguir un fin, el autocontrol también implica autoexigencia, esto es, la capacidad de superar la ley del menor esfuerzo para pedirnos a nosotros mismos un esfuerzo «extra» para ir haciendo las cosas de la mejor manera. Una conciencia que sabe reconocer los deberes propios y se pone en marcha para actuar.
A manera de Conclusión
Huyamos de la procrastinación. Muchas veces nos lamentamos de las oportunidades que se escaparon de nuestras manos por diferirlas o aplazarlas. Tranvías que pasaron y no volverán. Los estudios que no acabamos, las amistades que no cultivamos, la ayuda que prestamos… La diferencia entre un sueño y una meta es la acción organizada y disciplinada. La meta tiene un objetivo, una línea de tiempo y unas etapas intermedias; el sueño es… una fantasía. No dejemos que nuestros ensueños nos roben nuestra realidad. Si de verdad deseamos algo empecemos, movámonos, actuemos. Todos podemos si queremos; además nos lo debemos a nosotros mismos… y a quienes nos necesitan.
No existen estudios, pero la procrastinación nos afecta a todos, en menor o mayor grado. Reduce nuestra eficiencia y logros personales (como estudiantes, trabajadores, empresarios, profesionales, etc) y colectivamente, tiene unos efectos negativos notables sobre las mismas posibilidades de desarrollo de las sociedades. Existen propuestas de control, aportadas principalmente por la psicología a nivel de la esfera individual, pero no a nivel de los grupos y la sociedad en general. En mí concepto, una verdadera solución parte de mejorar las capacidades personales y colectivas en dos campos : organización y disciplina (autocontrol), lo que genera frutos dulces en tres campos : aumenta la eficiencia y productividad, mejora el perfil psicológico (autoestima, autoconfianza, sentido de logro, tranquilidad, etc), y finalmente, libera tiempo para que la persona pueda realizar las actividades no prioritarias/obligatorias que generan juego y aportan al crecimiento personal (distracción, ocio, descanso, familia, etc.).
La combinación de organización y disciplina, nos lleva a definir un fin, trazar un camino para lograrlo en un plazo, y tener la capacidad para no apartarnos de el hasta que la labor esté concluida y el resultado alcanzado. Esto genera eficiencia, eficacia, productividad, y como hemos visto, es todo lo contrario a la procrastinación, definir un fin y el camino para alcanzarlo, pero no tener la capacidad para seguirlo, sino apartarnos de el sistemática y crónicamente.
Las técnicas para mejorar los niveles o la capacidad de organización y autocontrol no están al alcance de este artículo, pero tengo la certeza que constituyen los pilares para una vida más productiva en todos los órdenes (trabajo, estudio, hogar, etc.) y simultáneamente, para liberar tiempo hacia actividades no obligatorias que proporcionan el juego o placer que necesitarmos todos como humanos.
Nota. Este artículo tiene poco de original, y retoma el trabajo de muchos (demasiados para citarlos) a los que se otorga el debido reconocimiento. Es el aporte de una víctima de la procrastinación que quiere mejorar personalmente y, en lo posible, ayudar a otros enfermos a controlar su mal (no creo que podamos curarnos). El artículo es una invitación para mejorar el diagnóstico de la procrastinación y formular colectivamente alternativas de solución. Estoy convencido que vencer la procrastinación es absolutamente necesario para elevar nuestros niveles sociales de desarrollo y bienestar. Pero si al menos llama la atención sobre el mal y motiva a alguien a controlarlo en su propia vida, habrá logrado su objetivo. Son bienvenidos los aportes, críticas y mejoras. Si le interesó el artículo, envíeme su comentario ; esapista1997@gmail.com.
